Las flores, utilizadas desde hace miles de años por diversas civilizaciones para decorar y perfumar, también ocupaban un importante lugar en la gastronomía. Parte de esa utilidad se perdió con el paso del tiempo y a día de hoy, tan sólo la barrera psicológica de alimentarse de ciertos ingredientes poco comunes nos separa de su utilización a diario.
Cada una de ellas posee unas propiedades organolépticas excepcionales que además ayudan a mejorar la salud.
Azahar (Citrus máxima)
Flor de cítricos como naranjo, limonero o lima, tiene gran poder aromatizante.
La cocina española es una de las precursoras de su utilización por influencia árabe. Con tonos azucarados está principalmente indicada para acompañar a carnes y postres. Además, el aporte en ácido cítrico favorece la digestión.
Caléndula (Calendula officinalis)
Una de las flores más comunes en nuestros jardines, resulta ideal para incluir sus pétalos en ensaladas y carnes.
Además de sus pétalos se puede utilizar la flor entera. Con un ligero matiz picante, resulta excepcional en el tratamiento de irritaciones de piel y ezcemas.
Capuchina (Tropaeolum majus)
De color naranja rojo o amarillo posee un ligero sabor picante, similar el berro.
En Latinoamérica se consumen tanto flores, hojas y tubérculos.
Su utilización en gastronomía se centra básicamente en ensaladas a las que aporta colorido, sabor y un tono de frescura excepcional.
Clavelina (Dianthus caryophyllus)
Con numerosas subespecies, el clavel común presenta diversos colores que la hacen ideal para dar un toque de color a tus platos.
Alivia trastornos digestivos además de ser un excelente regulador de la presión arterial. Puedes utilizarla principalmente en ensaladas y como acompañamiento de pescados a la parrilla.